martes, 5 de octubre de 2010

La Gestión del Conocimiento en las Organizaciones.


Sergia Echegaray García.


La gerencia, en la actualidad es un proceso complejo que incorpora el uso de conocimientos, creatividad, innovación y enfoques proactivos. Estas exigencias requieren que las empresas desarrollen capacidades de aprendizaje, para con ello innovar en productos y procesos organizacionales que demandan conocimientos sobre las necesidades de los consumidores, competidores, avances científicos y tecnológicos.

Es por ello, que administrar un activo intangible como el conocimiento, es un reto que plantea la posibilidad de enfrentar los siguientes problemas: inefectividad en la utilización de los conocimientos para el diseño de la estrategia competitiva; desaprovechamiento de los conocimientos en áreas específicas al cambiar la dirección estratégica de la organización; retiro temprano de empleados con conocimientos adquiridos en la organización; desconocimiento del valor tangible e intangible del conocimiento por parte del personal de la organización.

Así pues, al analizar, sobre estos intangibles, se descubrió la gran importancia de aspectos como la capacidad de innovación del equipo directivo, del management, o las formas de relacionarse de la empresa con el entorno y las variables en su contexto organizacional utilizando expresiones como la de capital intelectual o la gestión del conocimiento.

Es por ello, que la gestión del conocimiento surge cuando a través de las tecnologías de la información y comunicación, se ofrece una oportunidad de generar valor en el ámbito global de la empresa. Sobre este particular, el conocimiento, estrictamente se encuentra en una disciplina de la filosofía, la epistemología, que lo estudia desde dos vertientes: la escuela del racionalismo, que se basa en la razón a priori como base del conocimiento; y la escuela del empirismo, basada en la experiencia a posteriori.

El empirismo es utilizado en el management, como una mezcla de experiencias, valores, información, saber hacer (Know-how), que sirve como marco para la incorporación de nuevas experiencias e información y es muy útil para la acción.

De este modo, el conocimiento reside en las personas, forma parte de lo complejo y se deriva de la información como está se deriva de los datos. Pero mientras que para transformar datos en información la tecnología es suficiente, el paso de la información a conocimiento es un trabajo que lo realizan las personas. Desde una perspectiva más general, el enfoque de la gestión del conocimiento, se puede identificar como los esfuerzos realizados dentro de una organización para captar, organizar, difundir y compartir los conocimientos entre todas las personas que forman parte de la misma, se podría añadir, con objetivo de generar valor para la organización.

Este proceso, ha de ser continuo y asegurar que todo conocimiento captado se desarrolle en la aplicación útil para la empresa, con objeto de mejorar su capacidad de resolución de problemas y contribuir a la sostenibilidad de sus ventajas competitivas.

Ante lo expuesto, y en mi opinión, la gestión del conocimiento se fundamenta en la integración de tres factores claves: la capacidad directiva de los empresarios, los procesos de la organización y los medios de comunicación a través de la tecnología; y el encargado de esta integración es la capacidad directiva que dirigirá sus acciones hacia presunciones básicas y valores tales como compartir el conocimiento, favorecer su adquisición, no tener miedo a los errores, dedicar tiempo a la creatividad personal, posibilitar la comunicación directa y transparente, de todo ello va a depender en gran medida la gestión del conocimiento.

Siguiendo la misma idea, es menester señalar a que en el mundo en los últimos años se ha escrito y se escribe profusamente sobre la gestión de conocimiento, y a veces se malinterpreta en nuestra sociedad, al considerar estas organizaciones desde las nuevas herramientas y estilos de gestión que imponen, sobre los supuestos de que el modo de producción capitalista está cambiando, y que las relaciones Capital-Trabajo no tiene el mismos significado de hace medio siglo atrás, para no hablar de hace un siglo o más.

La gestión del conocimiento es un enfoque que tiene su origen en la teoría de recursos y capacidades, la que postula que los recursos y/o capacidades únicas y valiosas que poseen las empresas, son la fuente de la ventaja competitiva de las mismas. Estos recursos únicos y valiosos son todos los activos, capacidades, procesos organizativos, atributos, información y conocimientos, entre otros, controlados por una empresa que le permiten conseguir e implementar estrategias que mejoren su eficiencia y eficacia (Grant, 1991; Barney, 1991; Peteraf, 1993).

Así pues, la gestión del conocimiento es considerada como la capacidad dinámica relevante de la empresa y la principal impulsora del desarrollo de otras capacidades y competencias (Ordóñez y Perreño, 2005). Sin embargo, la noción de gestión del conocimiento no designa un conjunto de prácticas puestas a prueba, sino más bien un conjunto de preocupaciones, diversas experiencias y, por supuesto de un lema que responde al de la organización.

En otras palabras, la creación de conocimiento no es simplemente un asunto de procesamiento de información objetiva, sino de la utilización de las percepciones e intuiciones tácitas de los empleados, a menudo sumamente subjetivas, y de hacer que esas percepciones individuales estén disponibles y sean usadas por el resto de la organización.

De lo antes expuesto está claro entonces que la finalidad de la organización es saber utilizar el conocimiento existente en ella para, a través de los procesos adecuados, crear y desarrollar más conocimiento (aprendizaje organizativo) y que el mismo se incorpore a sus procesos de negocio creando valor, siendo identificado y medido a través de los activos o recursos intangibles (Bueno, 2004).

Este argumento es una de las razones por la cual algunos autores sostienen que el conocimiento tácito ocupa un papel central en el desarrollo de una ventaja competitiva sostenible, ello se debe a la habilidad de los competidores de adquirir rápidamente algunos tipos de recursos, por lo que la sostenibilidad de la ventaja competitiva requiere de recursos que son idiosincrásicos y difíciles de transferir o reproducir.

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